¡Y llegó el
gran día! Me
levanté sorprendentemente relajada y con una alegría fuera de la común
¡Empezaba un día que no olvidaría jamás! En mi casa todo eran carreras de un
lado para otro, maquilladora, peluquera, floristas, fotógrafos. Todo era un
caos, pero formaba parte de ese juego tan maravilloso y necesario en un día
como ese.
Para
el gran día opté por un diseño vintage de Francis Montesinos para Franc
Sarabia en blanco roto. Fue amor a primera vista! El
diseño medieval, pero con aire español, fue lo que hizo decidirme. Yo huía de
la “clásica” novia, pero en ningún caso quería dejar de parecerla. Al fin y al
cabo para vestirte de fiesta hay millones de ocasiones en la vida, pero para
vestirse de “Princesa” sólo tienes una.
Al
vestido, confeccionado en encaje valenciano, le quise dar un toque personal
añadiendo un cinturón de pedrería dorado a juego con el resto de complementos
que llevaba. Quería salirme del tradicional platino y añadir ese punto de originalidad,
si se puede decir. De hecho tanto la peineta como los segundos pendientes (ya
que me los cambié para el baile) fueron creaciones de López linares en
nácar, diseñadas para ese día. Los zapatos de Lodi, con un
precioso tacón laminado, combinaban también a la perfección con el
resto de accesorios.
Respecto
al ramo también lo tenía muy claro, no quería el típico buquet. Me apetecía
algo más fresco y campestre y éste fue el resultado. Un bonito diseño de Arrayán, en brezo, rosas y espigas en armonía con la
decoración de la iglesia.
A
la iglesia llegué en una reliquia de mi padre de los años 70 y acompañada de
mis dos damas de honor “Mis súper primas”, las cuales iban vestidas de Etxa&panno y Teria
Yabar en un verde muy favorecedor.
A la entrada
me esperaban todos mis niños, preciosos, con diseños de Un vestido para ti y tocados de Tu toque. Para mí los peques eran un pilar
fundamental en la ceremonia y puse mucho interés en que no les faltara el más
mínimo detalle. De hecho las niñas llevaban ramos como el mío en versión mini.
La
decoración de la iglesia (Convento de Boadilla) corrió a cargo de Un patio con flores. Tanto
Ana como Amaya hicieron un trabajo fantástico y supieron reflejar perfectamente
lo que quería. "Sencillez con un toque diferente.
La música
también fue algo a lo que di mucha importancia. Una ceremonia sin una buena
banda sonora no luce de igual manera. Yo quería algo que me identificara y para
ello recurrí al grupo “Ensamble Flamenco”. Ya había coincidido con
ellos en otras ocasiones y sabía que una vez más sorprenderían. Para mi entrada
escogí el “Ave María” (versión niña Pastori), seguido de “Te quiero mucho”
(Alba Molina), “Tú serás mi amanecer” (Siempre Así) y “Entre dos aguas” (Paco
de Lucia). Para cerrar la ceremonia se cantó la tradicional “Salve Rociera”, a
dos voces, lo que hizo poner los pelos de punta a más de uno.
Para aquellos que os guste disfrutar de un buen espectáculo flamenco, muy recomendable las sesiones ofrecidas en la sala “La Taberna Míster Pinkleton” donde actúan cada noche. Yo fui antes de la boda para seleccionar las canciones y quede totalmente encantada con el show. Además son gente maravillosa que hacen todo muy fácil.
Respecto al novio, que decir tiene que para mí iba guapísimo y súper
elegante. El chaqué en un azul marino muy especial era de la La casa de chaqué y lo combinó con una corbata
de topitos de “Purificación García”, regalo mío. También los gemelos de Hugo Boss corrieron de mi cuenta.
,
Por último y
para acabar por hoy quería hacer mención a quienes sin su trabajo no podría
haber elaborado este post. “Los fotógrafos”. El estudio de Aulocenter, con su
cercanía y amabilidad, hizo un reportaje precioso “A la vista está” e
hizo que disfrutáramos de la boda como un invitado más.